
¿Qué es la vocación?
EL CONCEPTO DE VOCACIÓN
Conceptos reductivos de vocación
La vocación no es lo que casi todos piensan. En el ambiente social existen ideas confusas que enturbian el sentido de la palabra “vocación”. Esto sucede porque la vocación es algo muy importante en la vida de las personas. La vocación da sentido a la vida y por esta razón es importante mantener una actitud de búsqueda, de apertura.
El punto más delicado es que la vocación es una cuestión de conciencia, porque nace de la noticia de que el ser humano tiene de una necesidad y, a través de ella, de un llamado. Y éste se concreta en una respuesta voluntaria y libre. En esta capacidad de diálogo, de escucha y respuesta, tiene una gran trascendencia el concepto que la persona tenga de la vocación.
¿Vocación, realización personal o un gusto?
Hay quien concibe la vocación como el camino que debe elegir para desarrollar al máximo sus capacidades y aptitudes personales. La opción vocacional es comprendida y vivida como un darse a sí mismo una posibilidad de vivir en plenitud, así también la autorrealización. Es ésta una visión inmanente, profundamente egoísta, pues sólo considera lo que la persona tiene o cree tener como factor determinante de la elección. Incluso se puede llegar a comprender como la opción por dedicarse a los propios gustos.
En este sentido no es raro que se reduzca la vocación a una opción profesional u ocupacional. Desde este punto de vista la orientación vocacional se reduce a una simple ayuda para elegir un oficio o profesión y, consecuentemente, se limita a los momentos puntuales en los cuales los jóvenes están en situación de elegir. Esta visión desfigura el sentido profundo de la vocación, convirtiéndola casi en un medio de subsistencia.
Vocación ¿opción altruista?
Este concepto hace de la vocación una cuestión de generosidad. La vocación dependería de un impulso altruista que lleva a las personas a dedicar su vida al servicio del prójimo. Se trata entonces de ser buena persona y de aventurarse a servir a los demás por medio de una profesión o una forma de vida. Para quien concibe así la vocación siempre hay ocasiones de ejercer la solidaridad. Es una visión más elevada que la anterior porque hace salir a las personas de sí mismas y a adquirir sensibilidad ante los demás.
¿La vocación es una forma de vida?
También se utiliza el vocablo “vocación” para referirse a las diversas formas de vida. Así, habrás oído hablar de la vocación al matrimonio, al celibato, a la maternidad… Este sentido de la palabra tiene la ventaja de que le da una mayor profundidad. La vocación se comprende como una realidad viva, que engloba todo lo que la persona es y compromete su vida. El punto central de la vocación sería así la opción por un modo de vivir que tiene rasgos de «definitividad».
Cuando se identifica la vocación con las formas de vida, el punto de discernimiento más importante está en esa intuición vital que me lleva a inclinarme por una de ellas. Por ejemplo, cuando descubro que con tal persona podría vivir una relación de pareja perdurable en el matrimonio. O cuando llego a la conclusión de que prefiero permanecer soltero para dedicarme a algún fin que considero importante.
¿La vocación es algo sagrado o un privilegio?
Hay personas que al escuchar la palabra “vocación” la relacionan inmediatamente con lo sagrado. Para ellos la vocación por antonomasia es la sacerdotal, porque está en contacto frecuente con las cosas sagradas. En todo caso piensan en la vocación religiosa. Es verdad que toda vocación es cosa de Dios, y por tanto sagrada, pero esto no puede restringirse a unas vocaciones excluyendo las otras. Cuando se hace así, rápidamente se piensa que Dios obliga a la persona que ha elegido. No es raro encontrar personas que se imaginan que Dios castiga implacablemente a quienes dejan el Seminario o la formación para la vida religiosa. Esta visión depende de una comprensión del mundo en la cual se separa excesivamente lo sagrado de lo profano. Considerar que la vocación es un don que solo es recibido por unos privilegiados es realmente peligroso ya que se puede llegar a al extremo de sentirse superior del resto de las personas.
Definición de la vocación
Después de cuestionar estas nociones reductivas que circulan en nuestro ambiente, podemos dar el paso a una definición más positiva de la vocación.
La vocación es un acontecimiento misterioso en el cual el ser humano, dialogando con Dios, adquiere conciencia de una misión situada históricamente y se compromete en una respuesta concreta.
Un acontecimiento
La vocación es algo que ocurre en la vida de la persona. Queremos decir que surge como algo nuevo, rodeado de circunstancias históricas. No es una marca ahistórica, que las personas trajeran desde su nacimiento y hubiese que buscar sólo en su interior. Es una realidad profundamente relacionada con el exterior, con todo lo que sucede en el tiempo. Además, es un acontecimiento misterioso, es decir, que se comprende y vive sólo desde la conciencia de la presencia de Dios. No se dice misterioso como si fuera oscuro u oculto. Exactamente lo contrario: el misterio de la vocación ilumina grandemente la vida de la persona y todas sus circunstancias, da claridad y seguridad para obrar, da sentido claro a la vida.
El ser humano como actor
Aunque es Dios quien llama, el ser humano tiene en esta relación la calidad de una persona actuante, responsable. Es colaborador de Dios en el misterio de su propia vocación. Es la persona desde su conciencia quien realiza el proyecto vocacional secundando la voluntad de Dios. Por ello el ser humano tiene la responsabilidad de acoger el llamado que se le hace.
Dialogando con Dios
La relación con Dios es fundante para el ser humano. Es una de las características que lo definen: es persona por su capacidad de relación consigo mismo, con los demás y con Dios. Para un cristiano, y para todo ser humano que cultive el sentido trascendente de su vida, la voz que llama implicando toda su personalidad y su vida, solamente puede ser la voz de Dios. Es verdad que las situaciones históricas y sociales, así como las inclinaciones personales tienen este sentido globalizante, pero estas realidades hondas de nuestra vida siempre encuentran su última referencia en Dios.
De una misión
La vocación se caracteriza como una realidad trascendente. Es verdad que Dios llama a todas las personas, que se experimentan amadas por Él. Pero la vocación no es un simple privilegio, tiene como último destinatario al pueblo. Solamente quien valora y ama al pueblo en medio del cual vive puede comprender la densidad de la llamada de Dios. Vivir una vocación exige asumir una misión en medio del mundo y dialogar constantemente, tanto con el mundo, como con Dios y con la comunidad, para comprender el sentido de esta misión.
Se compromete en una respuesta concreta
La respuesta humana es un componente esencial de la vocación. La razón es elemental: la definimos como un acontecimiento misterioso entre Dios y el ser humano. Así, la vocación es una acción teándrica, es decir, es a la vez de Dios y del hombre. Por tanto, no habría vocación si no hay llamado de Dios, pero tampoco si falta la respuesta del ser humano. La vocación surge en la conjunción de estos dos elementos: el humano y el divino. Dios toma la iniciativa, pero contando siempre con la libertad y la voluntad del ser humano. Nos ama y respeta y por ello la llamada se propone como una invitación personal. Nuestro papel es permanecer atentos, reconocer y secundar la voluntad de Dios porque es un misterio que se vive en la colaboración. El ser humano tiene ciertamente una parte importante que realizar, pero a la vez encontrará el fundamento de su acción en la gracia de Dios.
«Introducción» en Curso básico de Pastoral Vocacional. Servicios de Animación Vocacional Sol. A. C.