Mi llamado. Hna Yasmina G.
Mi llamado vocacional
Hna. Yasmina Gómez Hernández, discípula de Jesús Buen Pastor.
Mis padres son el Sr. Pascual Gómez Hdez y la Sra. Rosa Hdez Díaz, soy la segunda de 7 hermanos y pertenezco a una familia bendecida por el Señor, ya que detuvo su mirada con misericordia y llamó a dos de sus miembros a consagrar su vida como religiosas de la Congregación Discípulas de Jesús Buen Pastor.
El llamado del Señor en mi vida inició a los 9 años, cuando por primera vez me tocó ir a visitar a mi tía religiosa; fue ella quien por primera vez me preguntó si quería ser religiosa, pero mi respuesta fue: NO, yo quiero estudiar mucho y trabajar para poder ayudar a mis papás. Pero la pregunta quedó en mi interior resonando durante mucho tiempo. La segunda vez que me preguntó mi respuesta fue: ¡aún me faltan muchos años para poder terminar los estudios (7 años)! Esa fue mi excusa, a partir de esa respuesta mi tía no me volvió a preguntar y yo creía haberlo olvidado.
Y así pasaron los años y yo seguía con mi meta en el estudio. Mi hermana, dos años mayor que yo, terminó su bachillerato y, respondiendo al llamado de Dios, ingresó a la misma congregación D.J.B.P. Yo no comprendía por qué se tenía que ir, pero al mismo tiempo era feliz porque ella era feliz, la animaba y la acompañaba con mi oración, pero yo decía a mis papás que si ella había rechazado continuar estudiando, yo sí estaba disponible para continuar en mis estudios.
Terminé mis estudios de bachillerato, inicié el año propedéutico en Ingeniería Industrial, todo está bajo control, me encantaba la física, las matemáticas, el algebra, me sentía tan realizada y feliz en mi elección… pero los planes de Dios en mi vida no era lo que yo había planeado. Durante los días que me dieron de vacaciones para poder iniciar el primer semestre de la universidad, faltaba exactamente una semana para retomar las clases, en un domingo cuando mi familia y yo fuimos al convento con motivo a la celebración del día del padre, la congregación, por medio de una obra de teatro, representó cómo se había fundado y en un momento en la que el narrador hacía referencia a la invitación de Dios de la necesidad de formar un ejército del Amor para luchar contra las fuerzas del mal, entendí claramente cómo una voz interior me decía: “TE NECESITO, COMO UNA GUERRERA DEL AMOR” en ese momento me vinieron muchas ganas de llorar y le dije a mi tía: ¡yo también quiero ser religiosa! Ella, un poco desconcertada, me preguntó cómo y cuándo había tomado esta decisión y mi respuesta fue hace unos minutos, ella me abrazó fuertemente y me dijo: ven, te llevaré con nuestra madre fundadora la R.M. Silvia López Pérez y le contó lo que me estaba pasando y la madre me dijo: sabes que siempre había visto algo en ti pero no sabía que era.
Luego le compartí mi experiencia y que ya no quería estudiar, que trabajar durante mi vida sirviendo a los demás por medio de un trabajo no me haría sentir realizada y feliz, sino que ser religiosa me hará dichosa, era una felicidad que anidaba dentro de mí. Ella me dijo abriendo sus brazos: “Bienvenida al ejercito del Amor”. En ese momento no había pensado en la actitud que tomarían mis papás con mi decisión de dejar los estudios y entrar al convento. Al compartirles me llevé una gran sorpresa: ellos me dijeron que lo único que querían para cada uno de sus hijos es verlos felices y, si eso me haría feliz, tendría el apoyo en todo momento. Sólo me dieron dos condiciones: de parte de mi papito fue: no quiero verte triste, si algún día quieres regresar, las puertas de tu casa siempre estarán abiertas y la de parte de mi mamita fue: recuerda que con Dios no se juega.
Me dispuse durante esa semana a preparar mis cosas personales, pero algo especial ocurrió dos días antes de ingresar al convento: en mi interior sentí un gran remordimiento por no terminar los estudios que tanto hacían feliz a mi papito y sentía que lo había decepcionado con mi decisión. Entró en mí una gran confusión, así que decidí irme delante del Santísimo y le dije: Señor, tu sabes que quiero ser religiosa y ser tuya para siempre, pero quiero pedirte terminar mis estudios y, después de 5 años, me iré al convento. Así estaré tranquila con mis padres. Pero en ese momento de oración escuché muy en mi interior: y si dentro de 5 años ya no existes, o ya no tienes las mismas fuerzas, salud, etc… Ya no podrás ser religiosa.
Con lágrimas en los ojos comprendí que no era dueña del tiempo ni de mí misma así que le dije a mi Señor: te entrego, a partir de hoy, mi vida y juventud y haz de mí tu guerrera del Amor.
Desde ese instante ya han pasado 10 años de consagración de votos y estoy viva y cumpliendo la misión que me confía cada día y lo abrazo con amor.