Dios llama
La vocación sacerdotal en mi vida
Mi nombre es Sebastián Sandoval. Estoy en mi tercer año de formación, lo que corresponde a segundo de filosofía. Soy proveniente de la ciudad de Delicias, Chihuahua.
Algo que me he llamado la atención es que Dios llama y te llama para algo. En primera instancia encontramos que nos llama a la vida y a ser felices, y, junto con ellos, a la santidad. Dios te llama a algo para que trasciendas. Esto lo entendí. Entendí que Dios me llamaba a una vocación específica. Fui descubriendo en mi caminar que me llamaba a la vocación sacerdotal. ¿Cómo es que me di cuenta? Bueno, un día en el catecismo cuando estaba en tercer año, quería sentarme en la sede. Fui detenido por una catequista que estaba en la capilla. Desde ese momento me puse como meta llegar a sentarme en ese lugar. A lo mejor sonará como algo ilógico, pero siento que fue una de mis primeras señales para que Dios me llamara.
Más adelante en mi vida fui viendo más señales. En la prepa, cuando estaba en segundo semestre, salí de un examen de matemáticas y me planteé la idea de vivir un preseminario. No sabía qué era, pero lo quería vivir. Así pues, un sábado en el grupo de jóvenes fue un seminarista a invitarnos al preseminario. Sabía que era mi oportunidad de poder ir. Así que me animé a vivir mi primer preseminario. Era de segundo ciclo. Fue una semana muy genial. Aquí fue donde volví a recordar ese primer amor, donde volví a recordar a ese niño que quiso sentarse en la sede del Padre.
Volvió ese llamado a la vocación sacerdotal. A raíz de esto, viví una misión con comunidad misionera y fue en Sahuarichi, San Francisco de Borja. Esto hizo que me planteara la idea de entrar al seminario. Aparte tuve contacto con un sacerdote que me acompañó en mis inquietudes; ese sacerdote fue el Pbro. Luis Ángel Franco. Me animaba a entrar al seminario y a poder descubrir la voz del Señor. Depositaba mis dudas y le preguntaba siempre al Señor qué quería de mí.
Recuerdo cada hora santa que, después de salir de entrenar basquetbol, iba. Algo que influyó más en mi decisión fue que mi hermano, Alejandro Sandoval, entrara al seminario. Lo veía feliz y me motivaba mucho por entrar. También fui monaguillo y eso me ayudó mucho. El servir en el altar y estar en contacto con el sacerdote.
Fue avanzando el tiempo hasta que llegué a mi último semestre de prepa. Claro, seguía con las dudas y ponía muchas resistencias. Tenía la duda que si sacaba ficha para el examen para la universidad; tenía la incertidumbre de querer vivir un año en la universidad y, a lo mejor, poder tener una novia. Pero no pude con el llamado que el Señor me hacía. No podía con eso. No saqué ficha para la universidad. Terminé la prepa y quise entrar al seminario. Pensaba que había hecho algo mal, pero recuerdo que el Pbro. Edgar Estrada me dijo que no había hecho nada mal, que él también había hecho eso.
Viví el pre de tercer ciclo y la decisión ya se había tomado, quería entrar al seminario. Pedí la admisión y me la dieron. Así que el 15 de Julio del 2018 a las 9:00 a.m. era presentado por el Obispo como nuevo seminarista. Y el 16 de agosto de ese mismo año, entraba al seminario.
Hasta la fecha, sigo queriendo responder al Señor. Sigo siendo un joven que quiere entregarle su vida. Sigo teniendo miles dudas, de errores. En ocasiones no he respondido del todo bien. Sigo siendo ese joven que salía corriendo de entrenar para ir a hora santa; ese niño que quiere sentarse en la sede del Padre. Sigo siendo ese joven que quiere entregar su vida al Señor. Nunca tengas miedo de darle tu vida al Señor. Es lo mejor que puedes hacer. Él te va a llamar, eso es una certeza. Te va a llamar desde tu vida cotidiana a algo grande. Sólo es cuestión de poder escuchar su voz. ¿Te animas a seguirlo?
Puede que todos los días haya una y mil razones para salir del seminario, pero todos los días hay una y mil razones para quedarse. La oración es la que devuelve el equilibrio a las vidas -Pbro. Edgar I. Estrada León.