66.- Ofrecimiento diario de sí mismo por las vocaciones sacerdotales
Oh Jesús, Salvador mío, Tú que confiaste a los sacerdotes, -y solamente a ellos-, el poder de celebrar la Eucaristía, fin principal de su ordenación sacerdotal, perdonar los pecados, administrar otros Sacramentos, predicar con autoridad la Palabra de Dios y di- rigir a los demás fieles a mirar y a subir hacia Ti, por medio de tu Santísima Madre, te ofrezco para la santificación de los sacerdotes y seminaristas, durante este día, todas mis oraciones, trabajos y alegrías, mis sacrificios y sufrimientos. Danos, Señor, sacerdotes verdaderamente santos que, inflamados del fuego de Tu amor, no procuren otra cosa que Tu gloria y la salvación de aquellos a los que Tú encomendaste. Amén.
Voy a rezar en particular por esos muchachos que conozco, que tal vez puedan recibir la vocación sacerdotal, y responder a la llamada de Dios: Mira Jesús, tu Iglesia y el mundo necesitan hombres generosos que se entreguen a Ti para ser apóstoles tuyos. Elige.a los que quieras; llama y da la valentía de dejarlo todo y seguirte para ser sembradores de tu doctrina de amor y portadores de tu salvación. Amén.