20.- Voy con las riendas tensas.
Sin voces misteriosas, pero con claridad
ha llegado hasta nuestro corazón
tu llamada a seguirte.
Estamos decididos a hacerlo.
Sabemos que esto no nos amargará la vida
porque tu palabra es buena noticia,
tu yugo suave y tu carga ligera.
Siguiéndote nos sentimos más libres
y felices a pesar de las dificultades.
La eucaristía y el contacto con los hermanos
nos anima a marchar por tus caminos.
Gracias, Señor, por pronunciar cada uno
de nuestros nombres del mismo modo que
un día llamaste así a tus apóstoles.
Tú eres nuestra ley, nuestro modelo.
Desde la debilidad de nuestra palabra
prometemos, una vez más, seguirte de cerca.
Voy con las riendas tensas.
Y refrenando el vuelo,
Porque no es lo que importa
Llegar solo ni pronto
Sino llegar con todos y a tiempo.
La vocación es como un itinerario
con señales de pista,
cada señal lleva a la señal siguiente,
sin saber el término definitivo,
más que un conocimiento del futuro,
más que buscar condiciones,
es una gran amistad.