Sacerdocio, servicio y plenitud.
La vocación, llamado de Dios a todos por su misericordia
Pbro. Enrique Sánchez
Todos los seres humanos somo llamados a la existencia por la voluntad de Dios; sobre todo los creyentes, tendremos la oportunidad de recibir un llamado, de parte de Aquel que nos ha creado, para el servicio. Es decir para bendecir y mostrarse a las personas como bendición mediante nuestros talentos, en efecto, cada vocación es una oportunidad de servicio el Señor y a nuestros hermanos, “y a quienes predestinó, los llamó…” (Rm 8, 30).
La vocación siempre es servicio
Desde mi encuentro personal con el Señor he experimentado su llamado, ese llamado a la vida plena en Él. Cuando de verdad tenemos un encuentro profundo con nuestro Dios, que nos creó y nos amó hasta el extremo, podemos experimentar en la propia vida un llamado muy especial. Ha estar con Él siempre, en donde Él quiera ponernos.
La vocación a la cual Él ha querido llamarme al servicio de nuestros hermanos en el ministerio sacerdotal. Ha sido, sin duda, un don tan grande que no me alcanzara la vida para comprenderlo; sin embargo, me toca disfrutarlo y poner este don al servicio de los demás siempre. El llamado que Dios nos hace es personal, pero no sólo para nosotros, sino para los demás, de tal manera que podamos siempre estar para los demás y llevar a Cristo siempre a todos. No importa lo frágil y débil que seamos, pues quien vive según el Espíritu está llamado a reproducir en forma perfecta la imagen del Hijo de Dios, testimoniando aquí en este mundo la condición gloriosa y celestial a la que estamos llamados.
En unión con Jesús
Reproduciendo la imagen del Hijo podremos ser, entonces, plenos y felices para llevarlo a los demás. Con Él, por Él y para Él todo es posible “y a quienes llamó, los hizo justos…” (Rm 8, 30). Aquí es donde podemos decir que Dios no llama a los capacitados, sino que capacita a los que ha llamado para que reproduzcan en su vida la vida misma de Dios. De tal forma que vivamos siempre como Dios quiere y vivir siempre creciendo en la virtudes que Él nos ha dado para responderle bien. A todos los que ha llamado podemos entonces responderle con generosidad y así tener esta vida plena “y a quienes hizo justos, los glorificó.” (Rm 8, 30).
Que el conocer que Dios que nos ha llamado a todos nos sostenga siempre con su gracia para poder permanecer fieles hasta el final.