18.- No me necesitabas
No me necesitabas;
ni necesitabas a mi pueblo,
¡ni a nadie!
Cuando pediste mi sí,
¡ya ni recuerdo dónde estaba!
En mi afán de andar,
¡ni pregunté hacia dónde llevaba el camino!
No necesitabas
ni a mi persona
ni a mi ser.
Cuando dijiste ven
ya ni recuerdo en qué barco remaba.
En mi afán de andar,
ni pregunté si partía o se quedaba.
¡No me necesitabas!
Pero yo sí te necesitaba…
Y viste que no soy ramo capaz de vivir
separado de la vida
si no estoy injertado en ella.
No me necesitabas,
pero viste que no pescaría bien
si no abandonaba mis peces;
que no remaría bien
si no dejaba mis remos;
que no navegaría bien
si no renunciaba a mi barco.
No me necesitabas,
pero viste que la liberación
sería mal entendida
si no fuese también obra del hombre.
Y quisiste necesitar un instrumento.
Y buscaste el menos práctico,
el menos eficiente:
el que ofrecía menos garantía de éxito.
Y pasaste por mi tienda,
por mi barco,
por mi camino…
Y dijiste: “Ven conmigo”.
¡Y yo fui!
¡Y comenzaste a necesitarme!
No tengo quejas. Creo que fue bueno.
Sobre todo porque ahora soy yo
Quien en todo momento
Te necesito…