17.- El plan
Sucede que yo tenía un plan…
¡Pero no tuve tiempo de contárselo a nadie!
La llamada fue tan fuerte,
tan insistente,
¡que ni siquiera pude hablar sobre mi proyecto!
¡Yo tenía un plan de vida!
¡Todo estaba previsto!
Pero el Señor Jesucristo
tenía su plan también.
En mi mente atrevida
yo fabricaba castillos;
no aceptaba consejos,
no consultaba a nadie.
Pero él se acercó suavemente,
colocó flechas en la ruta
y enderezó mi camino.
No fue solamente un sueño
ni una idea cualquiera;
fue una llamada incesante,
insistente, constante,
que me hizo decir que sí,
que sí, al plan de Dios;
que no, al plan que yo tenía.
Y ahora, después de este sí,
después de este no,
!yo comprendo!
Sí, yo comprendo…
¡Existe un Dios que me llama!,
que me necesita y cuenta conmigo.
¡No me preguntes cómo, dónde,
cuándo y por qué!
¡No sabría responder!
¡Lo que sé es lo que ya dije!
Existe un Dios que me llama desde niño.
¡Existe un Dios que me llama!